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Ruta en las Rías Altas Gallegas

Ruta en las Rías Altas Gallegas
Ruta del medievo
Catalogada como gran recorrido, atraviesa a lo largo de sus 90 km el interior del norte de Galicia, desde el coto de pesca de Chelo en el Río Mandeo, hasta su salida al mar más agreste y pintoresca, centro de peregrinación católica, San Andrés de Teixido. Todo el mundo sabe que allí “vai de morto o que non vai de vivo” – va de muerto el que no va de vivo- lo que no todo el mundo sabe es por qué. San Andrés, uno de los doce apóstoles, desembarcaba en aquellos acantilados en una barca humilde en medio de una tempestad. Nadie le auxilió en esos acantilados tan altos que parecen una frontera infranqueable con el mar. En una reunión de los apóstoles, San Andrés andaba alicaído y Jesús le preguntó que le pasaba. San Andrés le contestó que mientras a Santiago iban todos los peregrinos, gozando de buenos caminos, a él no le venía a ver nadie, a aquella aldea perdida entre esos enormes acantilados. Para compensarle, Jesús le otorgó la prebenda que todos los cristianos tendrían que pasar por allí, de vivos o de muertos.
De Chelo, se sube a lo más alto de Paderne en dirección al Monasterio de Monfero, atravesando rincones entrañables de la comarca de As Mariñas, ese territorio ondulado y dulce dónde abundaban los frutales y los castaños, que poco a poco se va abandonando hacia las tierras más duras de Monfero. Toca salvar el cañón hasta Caaveiro y de nuevo el duro ascenso camino de la altiplanicie de A Capela, tierra de los prados irrepetibles.
La Serra do Forgoselo, es en esta dirección un leve repecho, que hacia el otro lado desciende vertiginoso a Narahío, y su castillo. El paisaje en estas tierras más bajas, pero de bello relieve se ve dominado por el monocultivo forestal, salvo en el valle do Fondo de Moeche, donde se llega al Castillo de Moeche, icono de la revuelta Irmandiña. Desde aquí el monocultivo se intensifica hasta tomar todo el verde hasta tras atravesar las tierras de Cerdido, en las estribaciones de la Sierra de La Capelada, uno de los enclaves más cautivadores de Galicia. Qué más se puede decir de una sierra que alcanza su punto más alto en el acantilado, que va perdiendo altura conforme avanzamos hacia el interior, que su rocalla recuerda a la de la playa porque un día estuvo sumergida, y que al final, en una ensenada abierta al océano aparece San Andrés de Teixido. Que es el templo del viento, de la niebla y del ganado salvaje, la atalaya infinita sobre el mar, que al verlo desde aquí, sólo se puede llamar océano